nunca
buscándote.
¿cuándo encontraré
una guarida?
insignificante
mirada perdida.
tacto delirante,
espalda mordida.
la luz encendida
es para los farsantes.
palabras sordas,
mirada oscura.
ayer eran manos,
hoy son calmantes.
dulce amargura:
los mejores amigos
son los amantes.
es decir: nunca.
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pato
en el limbo del azar,
pareces tocar tierra.
después caes,
y siempre te levantas
con la izquierda.
has estado en el aire,
sin tan siquiera
aprender a volar.
como un ave
que sabe hacerlas todas:
andar, nadar, planear.
sabe hacerlas todas,
¿pero bien?
bien...
ninguna de ellas sabe.
en el limbo no había azar,
solo mediocridad.
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El frío en el cuello,
pendientes heladas,
y una mirada de espanto
diluida en el llanto.
Darse con un canto
en los dientes
es preferible a
escuchar de sus labios
que mientes.
Nacimos por accidente,
la muerte
fue premeditada.
La sonrisa enterrada
y los dos dedos de frente.
Ser inteligente
es preferible
a vivir ilusionada.
Pero solo hasta que vuelva a tirar mi corona
por la ventana.
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acariciaban su paladar,
su espalda,
con el mismo tacto
que una espada.
La que se clava
allí donde latía
un rojo corazón,
hoy de absurda arpía.
Es inexorable.
Se dio cuenta tarde,
en el minuto primero
de la hora más miserable.
Quieren amarte,
pero la maldita
tristeza
por cualquier resquicio
siempre te invade.
Qué hacer cuando los decorados
son reales?
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esperan en el backstage
hasta quedarse a solas.
Pero esta vez no era yo.
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nieve
El frío blanco ha entrado esta madrugada a través de los cristales, pero no había niebla esta vez. Estaba todo muy claro. Incluso despojada de abrigos, llevo el calor dentro ya. No hace falta que me lo repitan: lo sé.
El tiempo se ha reanudado mientras sentía el inigualable placer de un copo de nieve derritiéndose en mis labios.
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café y maleta
Y un día te descubres metiendo tu propia vida en una maleta, mientras alguien se convierte en un punto borroso en la lejanía. Y esta vez no eres tú. Pero el borrón de paisajes que se ve por la ventana te impide recordar que, bajo ese sabor dulzón, se esconde otro café amargo de esos que nunca te han gustado.
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desasosiego
¿Tienes idea de lo que es? Sentir ganas de gritar, no tener voz... tus oídos concentrados en el sonido de la caracola. ¿Quién me va a rescatar de este naufragio?
Desasosiego.
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Volver
A Ámsterdam. A escribir. Siento cosquilleos en los dedos. ¿Como no voy a enamorarme de la ciudad del pecado? La luz de octubre me acarició junto al canal. Ahí lo supe. Sabía que volvería. No quiero alejarme...
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volar
Esa noche ya no era un pajarillo, aunque echaba a volar. La jaula había estado abierta todo el tiempo, y los gatos no eran un visitante hostil. Respiró con fuerza, cogió las maletas y batió las alas. Abajo, atrás, quedaban todo el rencor, todas las lágrimas. Era todo lo que quería ser. Esta vez, sí.
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sin mirar atrás
Caminar por la calle sin hablar. No saber qué decirse. Mirarse a los ojos y no reconocerse. Separarse en una calle cualquiera. Irse sin mirar atrás.
Seguiremos hacia adelante, aunque no haya salida en este callejón, aunque no haya futuro en este pueblo.
Big girls don't cry. Pero el nudo en la garganta es inevitable. ¿Dónde va a parar todo aquello que fue y que ya no es, y que ya no será?
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algo se apaga
Hoy, después de un año, he vuelto. No de pasada. He pisado las calles, he ido allí. Todo sigue igual. O casi. Yo no estoy allí, eso es lo que ha cambiado.
Y al volver, supongo que es lo que ocurre cuando algo muere, cuando la historia de una vida pasa recortada en retales por tus ojos. Esos ojos tuyos, a los que mira anhelante alguien que te ha mirado muchas veces mientras dormías, o te hacías la dormida. Alguien que te ha ofrecido sus brazos para acurrucarte. Alguien que significa mucho para ti. Que siempre tendrá una parcela en tu corazón, verde y florida, con olor a hierba recién cortada bajo el cielo azul.
Y miras hacia otro lado, y algo se apaga, y la sonrisa se congela, y comienza el deshielo, y sube el nivel del mar, y nos acabamos ahogando...
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vida
Su talón de Aquiles seguía recordándole que hay puntos débiles que no se deben exponer a la luz del día. Solo a la oscuridad de la noche.
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limbo
Después se preguntó si habría alguien capaz de llegar a conocer a todos los taxistas de la ciudad. Nunca se había vuelto a encontrar con el mismo.
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Pulp
Lo sabía, pero le daba igual. O lo intentaba. Lo más amargo es entender a tu propio verdugo, se repitió. Pero mientras se lo explicara con esa sonrisa, escucharía y dejaría la herida escocer. Dolía desde hace mucho. En ocasiones se dejaba curar. Incluso parecía que se había cerrado por completo, por arte de magia, o por derecho. La sal del mar ayudó, incluso le supo dulce. Pero no, hay heridas que se sienten en la piel, o en lo más hondo de las entrañas, mucho antes de producirse. Por física y por casualidad. Así empezó todo. Y el gran batacazo, la caída libre en picado, estaba a punto de llegar.
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miau
Pero no. Perdió el control de la bici un par de veces, recorrió media ciudad antes de encontrar el lugar al que había ido tantas veces. Llegó a su casa y, por arte de magia, recordó el número. Esperó testarudamente frente al portal casi una hora, y antes de darse por vencida, antes de coger un taxi y desaparecer, en ese lapso de tiempo que las series de televisión rentabilizan cortando el capítulo... en ese lapso de tiempo donde confluyen varios finales, escogieron el que acababa bien.
El que acaba con el chico y la chica reuniéndose en mitad de la calle, borrando la línea del silencio que los iba separando desde hace tiempo. Y después, dos sonrisas. Como antes no. Pero casi. Quién sabe si mejor.
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Nadine
Los amigos de su prima Anaïs han ido goteando toda la mañana. Y ahora se ha formado un gran charco. Húmedo y reluciente. Son unos 15. Y algunos de ellos no llevan a ninguna fémina colgada del brazo. Nadine sigue controlando la escena, y al cabo de un rato, cuando ya se han acostumbrado a su presencia, capta los primeros movimientos incautos.
Hay un rubio y un moreno que, de vez en cuando, miran disimuladamente hacia donde está ella. El rubio no es su tipo. El moreno lleva un bañador azul, a juego con sus ojos, y ha estado colocando el carbón para la barbacoa. No ha sido hasta que se ha quedado ocioso cuando se ha percatado de la joven de piernas torneadas que lee abstraída junto a la piscina.
"¿Quién es?", le pregunta sin darle importancia, entre otros comentarios, a Anaïs. "Es Nadine, mi prima, ha venido de París unos días". Vuelve a echarle un vistazo y, mientras prepara la carne, se distrae. Nadine lo ha observado todo atentamente, como un puma que vigila a una manada de gacelas a lo lejos, sin ser vista. Y la gacela más tierna y llamativa es el moreno.
Pronto empieza a salir un humo delicioso de las brasas y Nadine se levanta, como llevada por un instinto primario, en dirección a la comida. Tiene hambre, y está deseando darse un festín. Se dirige directamente a Anaïs, haciéndose la inocente: "¡casi me duermo en la hamaca!", y no tarda en estar charlando animadamente con algunas de las chicas. Para invadir terreno enemigo, al principio, lo mejor es camuflarse y causar una buena impresión a las autoridades.
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abismo
Tengo a mis pies el borde del abismo y a mi espalda una legión de miradas ávidas. Sobre mis hombros, el peso de la indecisión. Quieren que salte. ¿Quiero yo? ¿Adónde lleva esto? Al otro lado no se ve nada. Brumas y una niebla espesa que me impide saber si lo que viene será mejor o peor. ¿Salto o me quedo?
Y al final salto como una inconsciente. Ellos se quedarán con la idea de la valentía. Al otro lado nadie sabe nada. Y vuelta a empezar hasta que encuentre el siguiente abismo. O hasta que se convierta en un vicio lo de saltar ante multitudes morbosas que te elogian y luego desaparecen en la lejanía.
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autocontrol
Pero, en el fondo, la lucha interna acababa en menos de cinco minutos, cuando cerraba el portátil. Había vida ahí fuera, y tanto. De momento un Mediterráneo entero que se empezaba a quedar pequeño. Pronto, un océano. Y aún no sabía pescar, pero siempre se le había dado bien aprender la teoría. Por si acaso.
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Grey
Se estaban alineando los astros. Se portaría bien. No más cervezas derramadas por la noche, no más visitas. Las tentaciones seguían llamando a la puerta. Hoy eran tres, pero ni gatuno, ni pirata, ni queso. Seguiría impertérrita hasta conseguirlo, o hasta sucumbir. Y era muy tentador sucumbir buscándole cara al Christian Grey de las 50 sombras, pero en el fondo la tenía, impasible, y qué voz, y...
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vegas
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estrellas
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pirata
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eterno festival
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Carretera y speed
Sus brazos en el retrovisor. El aire silvaba en mis entrañas y el asfalto brillaba como la luna. Semáforo en rojo, uno tras otro, pero disfrutaba tanto... Give it a ride. En el fondo, siempre me han gustado los chicos malos. Se saben los caminos más interesantes, rozando peligrosamente cada curva. Y yo no soy un ángel del infierno, pero tampoco un ángel del cielo.
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poesía
No la entendía.
No era lo suyo.
Pero devoró con avidez aquellos versos
de la Vulture,
igual que ahora devoraba los de un Wordpress.
Y a cada párrafo deseaba.
Llevaba mucho tiempo encendida.
Esperando una casualidad.
Pero se cruzó la física
también, aquella noche.
La espiral parecía interminable,
protectora como un guante
suave, cosido a mano en París.
O en Bélgica.
Y le daba pena,
mucha pena.
Desdibujar sus curvas.
Guiando irreversiblemente al olvido
hasta el centro de Holanda.
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underwear
En aquel momento era un polluelo que apenas conocía a aquellos seres de Marte. Ella, pese a ser menor, ya los conocía, digamos, a fondo. Pero sin resultar para nada vulgar. Aún le faltaban unos años para ser mayor de edad y sin embargo era una mujer, independiente y fuerte.
Años después, tras avanzar a su lento ritmo, la comprendió. Llegaba a casa con ropa interior nueva, colorida, sexy. Se sentía bien, se gustaba frente al espejo. El deseo era palpable, una consecuencia de su renovada seguridad en sí misma. Pero no tenía a nadie con quien compartirla. Y entonces, además, la admiró.
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trozo de pan
Pocos meses después volvió a ser la de siempre y lo abandonó. No era capaz de sentir el mismo dolor que sentía él, pero sí le dolió haber convertido un trozo de pan en un simple pañuelo con el que secar sus lágrimas, y solo sus lágrimas. Fue un acto egoísta. Y durante un año le seguiría la más absoluta y desesperada libertad, un volar de flor en flor con el objetivo único de probar la miel, caprichos dulces.
Y ahora, el karma le había devuelto la jugada. Mientras escuchaba los crujientes cereales con chocolate disolviéndose en pequeñas corrientes de serotonina, entendió los significados de la conveniencia, la apetencia, el deseo y la soledad. Estaba cansada de jugar, pero la competición de su vida estaba por llegar, y le quedaba poco más de un mes para comprobarlo.
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taxistas
El antepenúltimo era charlatán, hacía gala de un sentido del humor cotidiano, acostumbrado a los pequeños detalles que hacen diferente un día de otro. Ni se percató del detalle que hacía diferente la noche de sus pasajeros del asiento trasero: unas caricias titubeantes en las manos, algunas miradas de reojo. Era un principio alentador. Solo dos personas, una noche por delante y las ganas acumuladas en el contador de kilómetros.
El penúltimo era uno de esos mañaneros que, a pesar de tener pareja, miraba con los ojos a punto de salírsele de las cuencas a una chica que volvía a casa una vez amanecido el día. Su voz sonaba ávida de cosas que, al parecer no tenía en ese momento. Ella tampoco podía tener lo que quería: un despertar tranquilo en brazos de alguien que le hiciera el desayuno después de, quizás, una noche de rutina sexual. Al menos había disfrutado de algunos abrazos y un sexo nada rutinario, ya sin caricias titubeantes en las manos ni miradas de reojo.
El último era un taxista de madrugada. Casi ni reparó en aquella chica que había salido hecha una barbie de casa y ahora parecía una barbarie. La sonrisa y el poco maquillaje que habían arrancado piropos de varios hombres aquella tarde habían quedado arrasados por las lágrimas. Ironías de la vida, sonaba My Friend, de Groove Armada. Nunca antes había creído que la vida real tuviera banda sonora, como en las películas. Pero así era, y sonaba en el momento justo. Amigos. Armada hasta los dientes.
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siempre duele
Solo queda aguantar estoicamente, seleccionar los recuerdos que se quedan y los que se van a la basura. Pero, te quedes el que te quedes, nunca volverá. Ya no existe ese momento, ni ese lugar, ni esa persona. Solo existen en tu memoria. Al principio, las lágrimas mantienen limpio el escaparate a través del que ves esas imágenes. El cristal es transparente, fino, tanto que si te apoyas en él corres el riesgo de romperlo, caerte encima y clavarte los trozos. Con suerte, las lágrimas duran poco y el escaparate va acumulando polvo. La luz ya no entra allí y los recuerdos quedan relegados a la oscuridad. Quizás con alcohol puedas desempañar un poco los cristales y, en momentos de lucidez ebria, atisbar lo que queda de todo aquello.
Duele pensar todo eso y duele ahora mismo. Siempre duele.
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acontecimientos
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novela
Pero volvió la vista a su libro y pronto olvidó al viejo, a su carne flácida en la oscuridad y a sus eternos puros. Los escalofríos pasaron a agudizar la tensión del final de la novela.
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Desidia
Tinta china se diluye en mi día. Apatía, dientes que rechinan. Sobre la mesa, fantasías. Mis cartas bocarriba, tu farol, mi delicia. Soledad y desidia. Mi cama convertida en isla. Inalcanzable, perdida. La tentación siempre me encuentra ebria. Imagino caricias y la piel se me eriza. Desasosiego y paciencia. Mañana muevo ficha.
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todo o nada
No le gustaban los extremos, pero al final siempre jugaba a todo o nada.
Blanco y negro, dos pequeñas telas sobre la arena mojada.
De agua fría la jarra, de fresa la mermelada.
Y entre ceja y ceja, cuatro ideas incrustadas.
No te resistas, niña imantada.
Acabarás cayendo como cae la nevada.
Implacable, blanca, helada.
Gélido el corazón, caliente la mirada.
Y vuelta a empezar.
Hasta cantar victoria.
Enemigo hundido.
Partida ganada.
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Morriña
El camino que llevaba a tu casa era alegría. Me pregunto si alguna vez volveré a pasar por allí. Morriña. Por suerte, me voy de aquí pronto. Y cada día pienso en ti un poco menos. Un lugar sin noticias cae en el olvido. Deshabitado. Silencioso. No me lo habría imaginado así, pero es una de las cosas que he aprendido: hay que dejar que las cosas fluyan. Se me hace dificil no llamar la atención. Pero mi imaginación vuelve a florecer. Cuando cierras la puerta, el oxígeno entra por la ventana. Ahora tengo una cosa más en común con la Watling: me encanta su marido. Creo que he visto una luz al otro lado del río...
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Cuidate
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hasta pronto
Que tengas una buen día.
Y hasta pronto.
:)
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ceniza
El cielo está gris. Every cloud has a silver lining. Y es más cierto que nunca: hoy cae ceniza. Motitas plateadas que lo cubren todo. Recuerdos difusos que se deshacen al contacto con cualquier cosa material. Pero brillan antes de desaparecer.
Continuará. Quedan muchos episodios.
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sabía a lo que me arriesgaba
¿Dónde está mi hogar? ¿Dónde está? A veces me encuentro, desorientada, a los pies del solar donde solíamos vivir todos. Hoy solo hay ruinas. Lo construí sobre arena. Lo sembré con minas. No tengo donde dormir. Nadie que me abrace y acompase su respiración con la mía. Que se despierte antes que yo y me mire, y haga del amanecer una sonrisa. O un suspiro. Suave brisa.
Sigo mirando fotos antiguas, recortes de una vida. Ya llegará el sueño.
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Silencio
Paradójicamente, borrar una cosa tiene más significado que dejarla ahí. La indiferencia no es un arma, es la ausencia de armas. Es una bandera blanca y un adiós. Cualquier acción tiene significado, incluso el borrar. Eso me acelera el ritmo cardíaco. Hay significado. Hay una acción. Una voluntad. No caerá en la indiferencia, la llama no se apagará por el tiempo y el desgaste. Antes de que se acabe la reserva de gas, le han tirado agua encima.
Apaga mi sed. Apaga mi llama. Pero el combustible va a seguir ahí, en alguna parte escondido. La llama volverá a prender alguna vez. Hay esperanza.
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22 de junio, adiós
nuestro refugio en la corona,
compañía que no es radio,
una voll dam en domingo,
un par de besos y helados.
parecía la luna y era una antena parabólica.
delicatessen a las 20.50,
tumbada y atónita
ante tu espalda despierta.
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vuelvo
Creía que no escuchaba, pero el inconsciente siempre escucha. Todos hacemos cosas diferentes cuando creemos que nadie nos ve. No había manera de dormir, un año más. Otra mentira que no sé si me conduce a la libertad o me ancla más en la niñez.
La cama desierta me ha echado. El amante invisible se ha hecho fuerte y me ha relegado al sofá. Despertar con el amanecer a destiempo. Después, cuando el día ya no es hostil, vuelvo.
Siempre vuelvo.
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rescate
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a ninguna parte
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Oasis
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pantalla
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espalda
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arena
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imán
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Fondo perdido
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Continente
La cuestión es encontrar una tangencia. Algo que te toque. Un continente que compartir. Con la misma luz, que tiembla en el umbral. De la sonrisa.
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fastidio
Me lo dije.
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deberías
en complicar lo sencillo
en ponernos a tiro
a larga distancia
pero a veces es más sensato
apartarse
distraerse
desengancharse
un rato
antes de que sea tarde
y es tarde
porque siempre
se me hacen las tantas
y sigo sin entender
la poesía.
Así que paso de versos y me voy a lo mío, que es escribir todo seguido y fácil de entender. Una chica complicada no debería complicarse. Y debería librarse de los deberías.
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chica atormentada
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pleasantville
Ahora las películas, como la realidad, son en color. Para que puedas ver lo guays que son las explosiones de los coches y cómo le brilla el escote maquillado con polvos dorados a la chica. Incluso puedes ponerte unas gafas para apreciar más de cerca la piel azul de un avatar que nunca tendrás.
La ficción supera a la realidad, parece. O la sustituye. Porque alrededor nuestro los colores ya no son tan vívidos. Somos grises y hemos construido un mundo gris. Hemos pasado de vivir en color a vivir en blanco y negro.
Y lo peor de todo es que, a pesar de su sencillez, ya no entendemos su significado. No somos capaces de distinguir blanco y negro. No somos capaces de diferenciar lo que está bien y lo que está mal.
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apagón
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euforia
La euforia no es un estado mental natural.
Luego viene la caída.
Lo natural es el equilibrio.
Así que teme a la euforia.
Porque luego viene el hundimiento...
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Sobre ruedas
A veces miras por el retrovisor. Ahí está siempre, inamovible, el tentador asiento de atrás. Mientras tú te ocupas de todo al frente, eres ajena a la diversión despreocupada, que se tumba o se recuesta. Se ríe, se duerme, se pierde entre ráfagas de serotonina. Paisajes rápidos por la ventanilla a cambio de la eternidad de las rayas blancas del asfalto. Un trueque con truco.
Y entonces, un día decides cambiar. Un pequeño desliz. La adrenalina sigue corriendo por tus venas pero en lugar de estrés, el premio al cruzar la meta es placer. En el asiento de atrás, la percepción del tiempo es diferente. Tu atención se desvía, vuela, ya no vigila un punto de fuga inalcanzable. Y, poco a poco, pierdes el control. Porque desde allí detrás no llegas al freno. Velocidad y cinturón. Negro sobre negro. Asfalto de olor y tacto ásperos. Nada bajo control.
Pero queda otra opción. El asiento del copiloto. Permite más atenciones. Una mano sobre la pierna, miradas furtivas de reojo. Cambiar de emisora en la radio. Leer las señales. Una posición cómoda, responsabilidad limitada. Pero cuando la confianza se rompa, tampoco llegarás al pedal de freno. Velocidad y la fuerza de las palabras. Y al final, un corazón que se para. Un corazón roto, al fin y al cabo.
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vulture
poesía a escondidas,
que devoro una revista
con hambre desconocida.
Su nombre junto a los versos,
el vaivén de los besos...
y un vaso de agua fría
para calmar los excesos.
Después me estremezco
al contemplar mi piel,
y le suplico al espejo
que me devuelva el sueño.
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Tormenta
Lo bueno de las tormentas es que no implican tormentos.
Lluvias torrenciales, vientos huracanados,
el refugio de un abrigo, o quizás unos brazos.
Pero no lo diré muy alto,
por si las nubes me oyen
y se van a otro lado...
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Good when I'm sad
- Eres buena... -dijo distraído, sin levantar la vista de aquellos folios escritos a mano con tinta.
- Sólo cuando estoy triste -contestó ella. Él levantó la vista-, el resto del tiempo soy bastante mala...
Dio media vuelta a su silla giratoria de ordenador y lo miró con una sonrisa pícara.
- En todos los sentidos.
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Dificil
Y ahí estás tú, en una esquina, observando sin ser observado, porque ni siquiera estás allí. Ellos pueden y realmente no quieren. Tú quieres y no puedes. Desearías cambiar de posición, cambiarte por ellos. Pero no, lo único que deseas, en el fondo, es esa obra de Klimt. Sería lo más preciado de tu vida. La pondrías en un altar y la venerarías antes de dormir. Le quitarías el polvo, le hablarías como a una compañera. ¿Y ellos? Ellos la colgarán en algún rincón recóndito de una mansión del tamaño de un centro comercial. Y ahí quedará olvidada, entre otros tantos trofeos que demuestran su poderío. Una entre tantas.
Entonces se te ocurre la mayor locura del mundo, pero ya sabemos, l'amour est fou y tú amas a Klimt, tú te mereces tener esa obra, tú, que lo sabes todo sobre ella. Vas a intentarlo, aunque tengas que saltarte las normas. Es tan dificil, es tan imposible... que la recompensa te dejará satisfecho para el resto de tus días. Trazas un plan perfecto. Ese ricachón de Sotheby's ni siquiera notará que ha desaparecido una de las piezas de las 20 salas de exposición privadas que le compró a su quinta esposa.
Por fin llega LA noche. Equipado con tu pasamontañas oscuro y tus buenas intenciones, después de entrenar día y noche durante semanas, estás preparado para hacerte con ella. Tras saltarte todas sus medidas de seguridad y trucar el sistema, la tienes ante tus ojos. Grandiosa. Viva Klimt. La euforia no te deja respirar. Quieres tocarla pero te suda la mano. Menos mal que llevas guantes, por si acaso.
Y te la llevas, la llevas a casa y la dejas allí, delicadamente, junto al sofá. Te relajas y te predispones a pasar la noche de tu vida durmiendo junto a tu obra favorita de Klimt. Después de tanto esfuerzo, de tantos años estudiando Historia del Arte, de haber hecho acopio de fuerzas y haber cometido hasta un delito por ella. Es tuya. Lo has conseguido. No era imposible...
Te tumbas y la contemplas. Pero después de una hora, te recuestas y miras al techo. En los libros, los colores eran de otra manera. Y no te evocaba los mismos sentimientos. De hecho, allí, apoyada sobre el sofá, no te evoca ninguno. Y te preguntas, en silencio, con un enorme peso sobre los hombros: "¿y ahora qué?".
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Gatuno
Y pensé: ¿lo habré soñado? ¿Habrán ocurrido de verdad los últimos seis días? Y desée que, aunque hubiera soñado con días de sol y noches de alcohol, fallas cortando las calles y peinetas en el pelo... existiera de verdad aquel piso por el que entraba la luz de la mañana cuando despertaba, en la calle Corona.
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Ostentación
Necesita ganar en todo y que los demás lo vean. Que lo vean es crucial, si nadie lo sabe no tiene la mínima relevancia. Rezuma ego en cantidades industriales. Y por eso se atreve a cazar presas que, en otras circunstancias, estarían fuera de su alcance. El dinero da poder y a él le gusta ser un héroe.
El héroe que insiste en sujetar con brazos firmes una cintura, el que no ceja en su empeño por incrementar los grados de alcohol de los (y las) presentes, el que no tiene reparos en aprovechar cualquier oportunidad para atacar cual puma. Y el puma es esbelto y majestuoso, pero cuando descuartiza un ciervo tiene de todo menos clase.
Así que haciendo gala de su poder, conduce a la víctima de esa noche a una zona VIP, se gasta una suma de tres cifras en una botella, a compartir con sus amigos y sus futuras víctimas, y continua insistiendo. No le importa estar en una tarima, es más, le encanta mirar desde arriba y que vean cómo se lleva su trofeo de esa noche. La caza televisada no es adrenalina, es puro morbo.
Pero no caerá esa breva. A su víctima de hoy le gustan más los antihéroes que los héroes, así que le dice que aleje sus garras y se va. Y deja atrás el dinero, la zona VIP, los polos de Ralph Lauren, la pose y la ostentación... ante la mirada incrédula de una víctima que ha subido por su propio pie a dejarse seducir.
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Cinismo
Hasta que la flecha que lo alcanza es la de Cupido y te tira todo el cinismo abajo.
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Situación sentimental: sumergida.
a) que no se reúnen las condiciones necesarias o no se está preparado para aupar a los irregulares a una zona de legalidad, que implica muchos compromisos (no sólo económicos, también morales...)
b) que se esta muy bien en la zona de sombra, o sea, haciendo chanchullos cual ninja sin que nadie se entere.
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Cascos
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