carta a ninguna parte

miércoles, 19 de noviembre de 2014 a las 5:55
Los dos vais a ser felices. No sé cuánto tardaréis en sellar lo vuestro, igual que yo aún no sello esta carta sin destinatario. Dentro, solo un mensaje: la página que he pasado en algún momento. Decidí que era hora de dejar de compadecerme de un pasado que ya no puedo cambiar, y ocuparme del futuro. De verdad. Sin ti en el horizonte, donde estuviste desde que te conocí. La casualidad de mi vida.

Digo adiós como lo digo últimamente, desde que me hice adulta: en silencio. Me voy sin mirar atrás, sin dejar rastro. Encontrarás aquella parcela verde que te guardaba en mi corazón vacía. Solo crecen flores allí, y lo sabes. Sobre el cadáver brota la vida. Allí esta la tumba de un amor que construimos sobre ruinas. El escondite donde me derrumbé tantas noches, esperando un ideal que no existía.

Prefiero no recordar las horas perdidas, los celos irracionales, la soledad de la pareja ausente. Prefiero olvidar los versos de Quique, las sonrisas embelesadas, la adolescencia del veinteañero que todavía eres. Por poco tiempo. Los dos vais a ser felices, como lo sois ahora. Y un día caminaréis lejos hacia una vida que un día soñé para mí, sola, en mi cama. Es mejor soñar la vida con quien compartes la sábana.

Yo lo sigo intentando, pero nunca recuerdo nada. Mala memoria, inconformismo, o la mediocridad que me tiene atada. Sea como sea, ya no es asunto tuyo. Ahora tienes a otra persona en casa. Otra persona. Y casa. ¿Recuerdas la última vez que intentaste besarme? Yo tampoco. Dicen que es un mecanismo para superar los traumas, yo lo llamo... pasar página.

Y si un día despiertas y el sueño te sabe a pesadilla, recuérdame. Acuérdate de mí, e inténtalo de nuevo. Quizás siga esperando a que me hagas todo lo feliz que pudiste hacerme hace tiempo. Todo lo que no pudiste hacerla a ella. Quizás siga esperando a que me recojas en una estación de Suecia. Y a que no vuelvas a irte de mi lado. O quizás sea tarde para construir en nuestra parcela. Quizás ya sea todo historia. Y aquellos acordes de guitarra sobre la arena... bajo las estrellas.

agua

miércoles, 12 de noviembre de 2014 a las 2:44
De los días en la playa,
las noches en el agua
esperando al olvido,
poco a poco, sin querer
yo me oxido.

Tenue desgaste,
el del barco hundido
que un día soltó lastre
sin haber medido
la magnitud del desastre.

Y yo aquí sigo,
soñando contigo,
nadando sin causa
y sin ver un final;
perdida en el agua.
lunes, 3 de noviembre de 2014 a las 7:06
Quiero escribir tus noches en blanco con mi letra. Con la peor caligrafía posible, el carbón emborronado, como si te contara mis penas después de una noche de champán y sonrisas burbujeantes. Quiero dejarte mi huella de carmín en la copa, las cenizas esparcidas en la mesilla, mi ropa vistiendo tu silla. Y cuando se te cuele la luz por la ventana y acaricies tus sábanas, recuerdes que lo nuestro es más que palabras.

motel

sábado, 1 de noviembre de 2014 a las 23:20
Me llevó a un motel de ciudad escondido en el centro. Era de madrugada y nos atendió un señor bajito, con batín y pantuflas. Solo tenía cuatro años más que yo, pero parecía que llevaba haciendo aquello mucho tiempo. Quizás lo aprendió en otra vida, rodeado de cortesanas y vino. Me relamí los labios manchados de tinto agrio. El dueño del hospedaje tampoco pareció inmutarse ante la espontánea petición. Las escaleras de caracol nos llevaron a una habitación pequeña y mal iluminada, con algunos artículos de baño que habían dejado otros inquilinos efímeros como nosotros. La cama crujía, y preferí ignorar la experiencia que acumularían sus muelles. En cambio, fui consciente de la experiencia que soportaban mis huesos, apenas responsable de una fisura, ni un arañazo. Frente al espejo me di cuenta de que el tiempo había no había pasado en vano, ni por su cuerpo ni por mi mente. Pero seguíamos igual de lejos.


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