siempre duele

domingo, 22 de julio de 2012 a las 3:41
Siempre duele. Aunque el detalle sea nimio, una peca en un nuevo lugar. Ese momento en el que algo ha cambiado y tú te has dado cuenta más tarde. Como si hubieran cambiado de sitio la puerta de casa. Es la misma, pero diferente. Ahora se entra por otro sitio, no sabes por dónde, y te has quedado fuera. Y el frío, o el calor, duelen. La intemperie duele. Especialmente, los sentimientos a la intemperie. Duelen, sean cuales sean, como una barra incandescente marcándote la piel o un trozo de hielo dejándote sin sentido del tacto. Duele, siempre.

Solo queda aguantar estoicamente, seleccionar los recuerdos que se quedan y los que se van a la basura. Pero, te quedes el que te quedes, nunca volverá. Ya no existe ese momento, ni ese lugar, ni esa persona. Solo existen en tu memoria. Al principio, las lágrimas mantienen limpio el escaparate a través del que ves esas imágenes. El cristal es transparente, fino, tanto que si te apoyas en él corres el riesgo de romperlo, caerte encima y clavarte los trozos. Con suerte, las lágrimas duran poco y el escaparate va acumulando polvo. La luz ya no entra allí y los recuerdos quedan relegados a la oscuridad. Quizás con alcohol puedas desempañar un poco los cristales y, en momentos de lucidez ebria, atisbar lo que queda de todo aquello.

Duele pensar todo eso y duele ahora mismo. Siempre duele.

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