En el backstage

martes, 24 de noviembre de 2009 a las 1:19
Y cada vez que te despides, algo en mi interior, una parte de mi alma, se encoge como una niña pequeña asustada en un rincón, temerosa de lo que puede haber ahí fuera. Cada vez que te despides temo que sea la última vez que lo haces, temo que desaparezcas, como desaparecen los pájaros que vuelan hacia el sol al atardecer y ya no vuelven hasta que llega el calor.

Siento que vivo esperando, paseando entre memorias como un alma en pena, escuchando el arrastrar de mis pies, soportando el peso del tiempo que no estoy contigo sobre mis hombros. En ocasiones, mi mirada se refleja en el espejo. Ya no veo ese brillo que acompañaban tus sonrisas mientras me cogías de la mano, veo un brillo cristalino y salado, que cae sobre mis mejillas una y otra vez. Nunca estos ojos se han bañado en el mar de la tristeza tantas veces, las olas de recuerdos que me acarician una tras otra son persistentes, incansables, silenciosas.
Antes de que la noche caiga sobre mis pupilas, y bajo mis párpados se acuerde una tregua durante unas horas, un miedo me asalta para flotar por mi subconsciente hasta la hora de despertar. ¿Y si eres tú quien se enamora de nuevo, y no yo?

Pero antes de que me de tiempo a seguir pensando respuestas, deseo con fuerza que caiga el telón para reunirme en el backstage contigo, como siempre hacemos a escondidas... mientras el sueño dura.
miércoles, 18 de noviembre de 2009 a las 23:26
No podía dejar de pensar en los más dulces amaneceres. Los tímidos rayos de luz entraban siempre por la ventanita del techo de la buhardilla. Él dormía como un angelito, todo blanco, delicado, envuelto en sábanas suaves como la noche. Le gustaba sonreírle en silencio sin que él supiera que lo miraban, detener la mañana en esa habitación en la que se querían, en el mismo centro de alguna ciudad y ajenos a todo su movimiento.
Sin embargo, la claridad de esos pensamientos quedaba empañada como un cristal con vaho. Toda esa felicidad quedaba desenfocada, borrosa. El miedo es transparente, y nunca antes se había sentido ahogar por dentro como cuando lo echaba de menos.

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