jueves, 24 de abril de 2014 a las 0:54
No sé a dónde lleva este camino. He seguido el rastro de la mala hierba, dando la espalda a aquel que me ofrecía flores. Tal vez porque sé que aquello que nunca muere no dolerá tanto como ver caer los pétalos marchitos que un día fueron color brillante bajo las gotas de rocío, fragancia dulce de noche de verano, vigor de savia y tierra, espinas que escuecen al contacto con la piel. O no. Tal vez solo quiero perderme, correr directa hasta el acantilado y sentir que el vacío no estaba solo dentro, también ahí fuera. En alguna parte y en ninguna, entre mi cuerpo, tu cuerpo, el cielo y el suelo.
domingo, 20 de abril de 2014 a las 4:30
Apenas eran las 5 de la madrugada y la luz ya alargaba sus brazos, arrancando estridentes cánticos a los pájaros y abofeteándome para despejarme después de una noche en vela. Me di la vuelta, escapando de la realidad. Pero aquellos pájaros no se callaban.
domingo, 13 de abril de 2014 a las 1:19
Me dijo que nunca solía cerrar la ventana. La luz de la noche caía sobre su cama. Encendió una vela y la dejó sobre la estantería. Las sombras bailaban junto a nuestros cuerpos. Alargadas, entrelazadas, misteriosas. Lamí su piel bañada en ámbar brillante, sus hombros esculpidos en oro. El titilar de la llama se movía al compás de mis caderas sobre él. La respiración acelerada, el jadeo contenido, el temblor del alma. Y entonces, suspiré. Y nos perdimos en la oscuridad de su habitación.
sábado, 5 de abril de 2014 a las 20:34
pasamos de ser miedosos frente a una hoja en blanco a temerarios frente a una pantalla
martes, 1 de abril de 2014 a las 1:21
Tengo miedo de cerrar los ojos, soñar y volver a enamorarme de él. Que la realidad ha vuelto a ponerme al borde de otro abismo. El abismo de los brazos abiertos, los besos en el cuello, la sonrisa grande, la mirada limpia. Y si me caigo en el vacío oscuro de esos ojos nuevos quizás olvide el verde de aquel prado en el que maullaba mis ausencias mientras fumaba. Que no sé qué miedo prefiero, el de resignarme a echar de menos en la cama con la esperanza de recuperarlo mientras duermo o al de lanzarme a vivir y dar con mis huesos al fondo de ese barranco que tengo por corazón.

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