viernes, 27 de diciembre de 2013 a las 20:51
Lo sabes cuando andas desnortada sin miedo a caer presa de ninguna fiera. Cuando el tiempo se licua y te nubla los sentidos, igual que el vino que agitas en tu copa. Lo sabes cuando recuerdas el color de sus ojos, y recuerdas que nadie le ha puesto nombre a ese color aún. Y cuando sonríe mirándote y te sube el calor por el cuello, y tú sonríes y él está rojo. Lo sabes cuando tu corazón inflamado se calma y late más fuerte. Y él late más fuerte aún en tus entrañas. Lo sabes cuando te lee con las manos y tú le estás dictando en braile que te lea entera, hasta el final. Cuando recuerdas su olor, el suyo, y su sabor, en la noche y en la mañana. Cuando sientes la desesperación de estar viendo un espejismo y sabes con certeza que desaparecerá igual que ha venido, dejándote la misma sed mortal. Lo sabes cuando intentas retenerlo y se te escapa de las manos dejando una estela de besos. Cuando prometéis con la mirada esperanzada que ninguno tiene, porque sabéis que si existen dos futuros uno devorará al otro. Dejaré que me devores, tragaré contigo. Lo que sea con tal de volver a sentir las náuseas que me provoca el reprimir un te quiero mirándote a los ojos. Lo que sea con tal de volver a sentirme atada a tu cama por este nudo en la garganta que no me deja decirte lo que siento. Es entonces cuando sabes lo que es estar enamorada.

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