Marjolein II

martes, 9 de julio de 2013 a las 13:21
Pero, ¿cómo iba a imaginarme que volvería a toparme con ella? No fue deliberado, pero tomé todos los caminos opuestos a los que ella siguió. Mientras ella, con su encanto de portada del Hola y elegancia tediosa a lo Isabel Preysler, había ascendido socialmente ejerciendo de picaflores con los solteros más deseados de la ciudad, yo había mantenido mis ojos y manos fijos en un único hombre.

Patrick había aguantado pacientemente mi lento y pesado ascenso académico. Tardes de sábado en la biblioteca, conversaciones que se asemejaban más a un recital de temario de oposición, notas y flores aplastadas por el cansancio y el estrés. Si mi carrera era una travesía en una barquita a través de un lago, la de Marjolein Waters había sido una excitante carrera en una moto acuática de última generación (abrazada al guapo de turno de suculentos abdominales). Y lo dijo en pasado porque, a pesar de tener menos de 30 años, ella parecía haber vivido las siete vidas de un gato mientras que yo seguía sin acabar de vivir la primera.

- Qué contento vienes hoy a casa, Pat - le dije, con un abrazo rutinario e inquisitivo.

Él le quitó importancia, despojándose de su chaqueta de traje y sus brillantes zapatos.

- Nada, es que ha venido al trabajo la novia de Tobias hoy. Tenías que haberla visto.
- ¿Por qué? ¿Cómo era?
- Una de esas rubias tontas. De todas las novias que le he visto, creo que esta era la que mejor encajaba en su prototipo.
- Uh, esto promete. Cuenta, cuenta.
- Pues al parecer, la chica trabaja en una revista de moda. Ha venido a la oficina porque, ojo, está escribiendo un reportaje sobre los hombres más deseados de la ciudad y no se le ha ocurrido otra cosa que incluir a su novio.
- Menuda cabeza hueca, pero bueno, en ese caso es una rubia tonta y altruista. Va a regalarle su novio a cualquier lectora hambrienta y con posibilidades.
- El caso es que se ha pasado la mañana paseándose por la oficina, preguntándonos las cosas más simples, porque Tobias estaba en la reunión de la nueva campaña para Lotus. Un estrés.

Aquella primera conversación no me dejó intuir el perfume caro de Marjolein. Pero día tras día, sin apenas darme cuenta, su recuerdo se fue colando en casa con cada sonrisa de Patrick. Su recuerdo, fresco y dulce como un perfume floral para él pero pesado y dulzón para mí, como los que utilizan esas mujeres extravagantes para hacer que los hombres se giren a su paso.

Todo encajó una tarde de miércoles. Un miércoles cualquiera. Patrick pronunció su nombre, y sentí como Marjolein se colaba sigilosamente en el espacio que había entre él y yo.Aquel miércoles. Un mero espacio entre lunes y viernes, pero que amenazaba con dejar vacío mi fin de semana, mi lunes, mis noches...

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