sábado, 14 de noviembre de 2015 a las 21:28
Qué paradójico que algunos individuos decidan matar en nombre de su Dios, el mismo dios al que atribuyen la creación de la especie humana y del mundo. Matan en nombre del que crea para recibir una supuesta recompensa, paraísos y vírgenes, mientras destrozan otro paraíso que se les regaló al nacer. Someten con violencia tanto a ellas, las que paren, madres, hermanas e hijas -las mismas que les esperan allá arriba- como a ellos, sus hermanos. Cómo pueden pretender respetar o amar a un Dios si sienten un desprecio absoluto por la vida.

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