objeto de deseo

jueves, 31 de julio de 2014 a las 1:41
Lo miré con la fuerza iracunda de quien desea ganar a toda costa, de quien prefiere morir ahogado de ambición a vivir en la mediocre superficie. Lo miré y su piel brillaba como un lingote de oro ante mis ojos: curtida, oscura, perfecta. Lo quería, lo ansiaba, se lo robaría a aquella mujer que osara llevarlo del brazo sin mi permiso: era mío, estaba hecho para mí, no podía pertenecer a nadie más. Él sería capaz de cargar con todas mis manías y secretos y guardarlos con celo, lejos de manos ajenas. Confiaba en ello.

Así que un día no pude aguantar más: lo agarré en volandas y me encerré en el probador con él. Juntos, ante el espejo, formábamos la estampa más bella jamás creada. Estaba alarmado, pero lo solucioné rápido con la gracia de un imán. Cinco minutos después, huimos y nos perdimos entre la multitud de la calle.

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