martes, 13 de mayo de 2014 a las 2:44
Cuando nuestras miradas se cruzaron por encima del paso de cebra no quise volver a mirar a otra parte. Me recibió con una sonrisa y un beso, su mano me invitaba a jugar. Todo corría a su cargo. No tuve más opciones, era un experto. Sus ojos verdes me hicieron jaque mate y acabamos haciéndolo como la primera vez, sabiendo que quizás era la última. Me dejaría ganar de nuevo, sobre el tablero, para perderme sobre su cama. Espérame. Tu reina todavía quiere mover ficha.

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