miau

domingo, 19 de agosto de 2012 a las 19:37
La historia podía tener varios finales alternativos. ¿Qué hubiera pasado si uno de los batacazos en bici ebria hubiese sido fatal? ¿Y si alguien le hubiese dado una indicación equivocada? ¿Si él no hubiese decidido esperar? ¿O hubiese ido a dormir a otra casa? ¿Si aquel taxista no le hubiera dejado cargar el móvil lo justo para llamar?

Pero no. Perdió el control de la bici un par de veces, recorrió media ciudad antes de encontrar el lugar al que había ido tantas veces. Llegó a su casa y, por arte de magia, recordó el número. Esperó testarudamente frente al portal casi una hora, y antes de darse por vencida, antes de coger un taxi y desaparecer, en ese lapso de tiempo que las series de televisión rentabilizan cortando el capítulo... en ese lapso de tiempo donde confluyen varios finales, escogieron el que acababa bien.

El que acaba con el chico y la chica reuniéndose en mitad de la calle, borrando la línea del silencio que los iba separando desde hace tiempo. Y después, dos sonrisas. Como antes no. Pero casi. Quién sabe si mejor.

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