"See you in next life", nos dijimos ese verano. Yo pensaba que a pesar de ello recordaría sus caras toda la vida, pero no fue así. Con el paso de los años se desdibujaron las líneas de su rostro y se borraron las palabras que definían nuestra relación. Los nombres se perdieron por las calles de aquellas ciudades que fui visitando y cada vez que quería recuperarlos tenía que recorrerlas desorientada y sin GPS. Pero un día soñé con Quique González, el que puso banda sonora a aquellos años caóticamente tranquilos. Y en apenas unas horas el mundo te arrastró a la superficie. Tú, protagonista de sus historias, con tu cara y tu pelo y esa dejadez de quien no espera nada mientras el cigarrillo siga consumiéndose. Y brilla súbitamente aquel resplandor de épocas pasadas, pero el tiempo ya no perdona.
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