lunes, 14 de diciembre de 2015 a las 1:32
Y de repente tienes 25 años, y es la edad a la que se casaron nuestros padres, y tú no tienes nada claro en la vida, solo los errores que has cometido y que te pesan en tus todavía jóvenes hombros. Y de hecho te sientes joven, aunque para los demás ya no lo seas. Tú, que eres una mujer desde los 10 años pero todavía sigues siendo una niña. Una niña que vive con sus padres, que sueña con una casa con chimenea, como las de los dibujos, y un gato y un trabajo imposible, no el de astronauta, pero casi. Te das cuenta de todo esto, y hay días en los que sientes miedo al girarte y mirar atrás, porque no ves el tipo de experiencias que ya no puedes recuperar. ¿Has perdido los mejores años de tu vida? No lo sabes. ¿Cómo lo ibas a saber? Tú los has vivido como cualquier otra. No hay dos vidas iguales, ni dos historias iguales, ni dos mujeres iguales. Quizás sigas soñando con ese viaje de amigas a Ibiza mientras otras lo hicieron a los 18, o sueñes con una mochila y el camino de Santiago. Pero todo eso ya no será, y quizás no era el momento entonces. Tu camino fue otro, eras joven, y ahora estás más curtida en asuntos que a otros les golpearán más tarde. Todos cometemos errores. Y todos acabamos aprendiendo y dejándolos ir. Tú estabas viajando a Suecia, a Holanda, a Dinamarca. Tú hacías todo eso y en tu cama siempre había alguien esperándote o deseando esperarte. Probablemente ese era el sueño de otras. Y ahora te toca a ti ahora cumplir tus sueños de antaño. Dicen que ya no eres joven,  eso lo decidirás tú. También dicen que los 30 son los nuevos 20, y por suerte te quedan unos años. La vida empieza cuando tú des un paso adelante.

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