Ostentación

lunes, 19 de marzo de 2012 a las 14:20
No es guapo ni atractivo. Pero no le hace falta porque luce un enorme logo de Ralph Lauren en el pecho y eso habla primero. Cual jugador de polo, trota por la noche hostigando a sus amigos y buscando ansiosamente una pelota (y nunca mejor dicho, en femenino singular) que llevarse a la portería (aunque él tiene demasiada clase como para limitarse a una portería, o a un huerto... pongamos un ático).

Necesita ganar en todo y que los demás lo vean. Que lo vean es crucial, si nadie lo sabe no tiene la mínima relevancia. Rezuma ego en cantidades industriales. Y por eso se atreve a cazar presas que, en otras circunstancias, estarían fuera de su alcance. El dinero da poder y a él le gusta ser un héroe.

El héroe que insiste en sujetar con brazos firmes una cintura, el que no ceja en su empeño por incrementar los grados de alcohol de los (y las) presentes, el que no tiene reparos en aprovechar cualquier oportunidad para atacar cual puma. Y el puma es esbelto y majestuoso, pero cuando descuartiza un ciervo tiene de todo menos clase.

Así que haciendo gala de su poder, conduce a la víctima de esa noche a una zona VIP, se gasta una suma de tres cifras en una botella, a compartir con sus amigos y sus futuras víctimas, y continua insistiendo. No le importa estar en una tarima, es más, le encanta mirar desde arriba y que vean cómo se lleva su trofeo de esa noche. La caza televisada no es adrenalina, es puro morbo.

Pero no caerá esa breva. A su víctima de hoy le gustan más los antihéroes que los héroes, así que le dice que aleje sus garras y se va. Y deja atrás el dinero, la zona VIP, los polos de Ralph Lauren, la pose y la ostentación... ante la mirada incrédula de una víctima que ha subido por su propio pie a dejarse seducir.

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