domingo, 20 de abril de 2014
a las
4:30
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imperfecta
Apenas eran las 5 de la madrugada y la luz ya alargaba sus brazos, arrancando estridentes cánticos a los pájaros y abofeteándome para despejarme después de una noche en vela. Me di la vuelta, escapando de la realidad. Pero aquellos pájaros no se callaban.
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