Con la cara quemada por el sol
abro la ventana.
La lluvia cae ante mis ojos
(y mi pijama).
Alguien dijo:
nunca llueve eternamente,
La vida es siempre ámbar,
intermitente.
La fe ciega en segundas partes
dura lo mismo que los amantes.
Dos días de alegría,
cuatro de calmantes.
Y todo esto, ¿para qué?
Para no olvidar el antes...
y aprovechar el después.
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