Te enredas, y das vueltas. Y vueltas entre mis brazos, y entre los suyos, y en mi cabeza, y entre las palabras. Todo se mezcla con un poco de mi Martini y la amargura de tus gintonics. Y es que a mí nunca me ha gustado el gintonic, pero me lo bebo, me lo bebo, intento que me guste. Pero al final, ya no me sabe a nada, y me da vueltas todo, como tú, y sólo tengo ganas de meterme en la cama.
Y después, cuando me despierto, se ha esfumado todo.
Y vuelta a empezar.
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