Existe el derecho a la expresión. En teoría.
En la práctica, este derecho a expresar nuestras opiniones personales, sentimientos, ideas… se ve ultrajado por la presión y convenciones sociales. Realmente… mantener las relaciones sociales debería ser una elección propia, no una obligación, y muchas veces las personas acaban siendo esclavas de estos lazos invisibles que unen a los seres humanos. Obedecen automáticamente las normas, se tapan la boca para no quedar mal, cierran sus ojos y dibujan la sonrisa de la hipocresía ante las faltas ajenas o incluso propias. ¿Miedo, timidez? No, es una forma de vida. Por suerte, siempre quedará el derecho de pensamiento.
…¿no?
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Hace 5 años